Hoy 20 de enero recordamos un gran
milagro por intercesión de Nuestra Señora de las Gracias (advocación que
popularmente conocemos como la Medalla Milagrosa), es el milagro de la
conversión.
Nuestra Señora se
aparece al judio Ratisbonne, quien a partir de ese momento se convierte al
cristianismo y es uno de los milagros atribuidos a la Medalla Milagrosa. No se
trata de un milagro extraordinario, con signos visibles de curación o fenómenos
naturales, simplemente es uno de los milagros más grandes que viene acompañado
de un don inmensamente maravillo; la salvación.
Este es el regalo
de la Madre para todos los hijos; hacer que sus corazones se conviertan a
Cristo, que le busquen, tengan un encuentro personal con el y luego le sigan.
Esa es la mayor gracia que nos regala María Santísima. Cuando la Virgen se
aparece a Santa Catalina Labouré, le muestra los anillos de sus dedos que no
emiten ningún rayo y ella misma le explica que "los anillos que no
emiten rayos son símbolo de las gracias que no se me piden." Hoy más que
nunca pidamos a Nuestra Señora que nos alcance la gracia que más necesitamos
para nuestra salvación y que obre en nuestros corazones portentos de amor para
responder con fidelidad a los designios de salvación de los corazones de Jesús
y María.
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