Ante un nuevo año que apenas inicia, nos hemos postrado en
la presencia de Jesucristo Eucaristía para consagrar cada uno de los momentos
de este 2014. Como los pastores y como los magos de oriente "Hemos
venido a adorarle" (Mt 2,2.) Venimos a adorar a ese Dios, hecho
Niño, recostado en un pesebre, un lecho de pajas. Ante El hemos puesto nuestras
intenciones, necesidades, deseos, planes, proyectos y le hemos confiado cada
uno de nuestros anhelos. Sabemos que su gracia inundará nuestros corazones y será
el combustible que nos mantendrá vivos y llenos de alegría durante este año. No
trajimos incienso, ni mirra, ni oro, solamente nuestras plegarias, nuestras
alabanzas, que aunque no las necesitas las recibes con amor y miras contento a
los hijos que confían en tu poder infinito.
Jesucristo, que podamos caminar de tu mano y si nuestro
sendero se torna oscuro y frío, que podamos clamar a ti y recibir tu auxilio.
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