Es importante tomarnos un tiempo a nivel personal y familiar para consagrar este nuevo año al Señor. Quizá lo hemos hecho durante la misa de fin de año de una manera comunal, sin embargo, hoy te invitamos a hacerlo personalmente. Es necesario encomendar nuestros proyectos, planes, sentimientos, familias al Rey y Señor. Este año te invitamos a reflexionar el pasaje de la bendición de Isaac a Jacob (Génesis 27.) Es la bendición única e irrepetible del padre para su hijo, al que nombre dueño y señor de todo cuanto tiene. El Padre pide la bendición del cielo, la abundancia de la tierra y la obediencia de sus siervos para el hijo a quien bendice.
Quizá puede parecer un pasaje un tanto controversial, Jacob roba la bendición de su hermano. Sin embargo, el profeta Jeremías nos recuerda que muchas veces los planes del Señor son inciertos y sin duda alguna, no son los planes que tenemos en mente. Pero debemos permanecer confiados en la misericordia del Señor pues sus planes son de bienestar y prosperidad “Porque yo sé los planes que tengo para vosotros” —declara el Señor— “planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza." Jeremías 29, 11.
Oremos con la bendición de Isaac, pide esta bendición para tu familia, amigos, conocidos y confía en el Señor. Pon cada uno de los minutos de este año a disposición del Señor, el que alfa y omega nos ayudará a comprender lo que quiere de nosotros y su misericordia descenderá sobre tu vida y tu casa.
«Miren, el olor de mi hijo es como el olor de un campo
que el SEÑOR ha
bendecido.
28 Que el Dios te dé mucho rocío del cielo, campos
fértiles
y abundancia de
cosechas y vinos.
29 Que pueblos te sirvan,
y naciones se
inclinen ante ti.
Que tú gobiernes sobre tus hermanos,
y los hijos de
tu mamá se arrodillen ante ti.
Que quienes te maldigan, sean malditos,
Y quienes te
bendigan, sean benditos».
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