Iniciamos hoy la Novena a la Divina Misericordia



DESEO- dijo el Señor a Santa Faustina- que durante esos nueve días lleves a las almas a la fuente de mi misericordia para que saquen fuerzas, alivio y toda gracia que necesiten para afrontar las dificultades de la vida y especialmente en la hora de la muerte. Cada día traerás a mi Corazón a un grupo diferente de almas y las sumergirás en este mar de mi misericordia. Y a todas estas almas yo las introduciré en la casa de mi Padre (…) Cada día pedirás a mi Padre las gracias para estas almas por mi amarga pasión.

Esta Novena merece toda nuestra atención. En el espíritu que debe animar el culto a la Divina misericordia, esta Novena no se presenta como una serie de oraciones cuyo contenido sean nuestras necesidades particulares. No podemos rezar exclusivamente por nosotros mismos a Aquel que derramó de su costado Sangre y Agua para atraer a Sí a toda la humanidad. Es una Novena inspirada en el modo de orar de la Iglesia y que debe considerarse realmente universal. Jesús ordenó a la Santa María Faustina que la rezara como preparación a la Fiesta "por la conversión de todo el mundo, para que todas las almas conozcan la Misericordia del Señor y glorifiquen su infinita bondad" (D. 1059),

Cada día de la Novena comienza con la intención particular a la que va unido aquel día. Jesús mismo determinó estas intenciones. La Santa María Faustina responde a la intención que se le propone con una breve serie de oraciones: una invocación se dirige a la misericordia del Corazón de Jesús, con otra se invoca al Padre por la intención propuesta para aquel día. Entre ambas partes se intercalan estrofas de cuatro versos cada una, que se pueden emplear también durante el día para volver a recordar la intención propuesta por Jesús.

Recemos, pues, con aquel ánimo universal que aquí nos propone la Misericordia de Dios. Es seguro que ocupándonos de las necesidades de todos atraeremos la benevolencia de Dios también partícularmente sobre nosotros. Esta Novena realiza a través de nuestra devoción la bienaventuranza del Evangelio: "Bienaventurados los misericordiosos, porque obtendrán misericordia".

Leamos ahora el diario de la Santa María Faustina donde Jesús le dice (D. 1209-1229):

Deseo que durante estos nueve días (desde Viernes Santo hasta el Sábado que precede al primer Domingo de Pascua) lleves a las almas a la fuerte de mi Misericordia para que obtengan fuerza, alivio y toda gracia que necesiten en los trabajos de la vida, pero especialmente en la hora de la muerte.

Cada día llevarás a mi Corazón diversos grupos de almas y las sumergirás en el océano de mi Misericordia. Yo las introduciré en la Casa de mi Padre. Harás esto durante esta vida y en la futura. Por mi parte no negaré nada a ninguna de aquellas almas que tú lleves a la fuente de mi Misericordia.

Cada día pedirás a mi Padre, por la amargura de mi pasión. Las gracias necesarias a esta almas.
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