La devoción a San José no es para todos...




Para muchos la devoción a San José es igual a tener devoción a un santo más: los devotos de las causas difíciles le piden a San Judas, hay quienes buscan un milagro por la gracia de un mártir como San Sebastián, o también hay quienes siguen un estilo de vida como lo hizo San Francisco. Para muchos San José no tiene un rol transcendental en la actualidad ya que no hay mucho que saber sobre él, no hay escritos de su vida, no sabemos con exactitud que hizo durante el tiempo que vivió con Jesús y María. Sin embargo, este particular afecto y devoción al más grande los santos no es algo que podamos obtener de la noche a la mañana. La devoción a San José es muy particular y son pocos quienes son elegidos para tan gran regalo. Amar y tener por protector a San José es reservados para los discípulos amados, aquellos que han recibido a María como Madre y la invitan a vivir en su casa (Jn 19, 25-27.) Dentro de los católicos aun hay algunos que no han dado el paso de la confianza en María, pues aun su corazón sigue lleno de dudas. Para estos es aun más difícil poder recibir a San José.

Solo lo auténticos devotos de la Virgen tienen también especial afecto y devoción a San José. Es algo como una escalera evolutiva o un paso de fe. Primero acudimos a la fuente de la gracia, como lo dijo la Virgen en Lourdes “id a la fuente” que es Jesucristo. Le entregamos un amor incondicional, tratando de agradarle con las obras y pidiendo su fortaleza cada vez que tropezamos. La gracia que recibimos del amor de los amores es precisamente el amor, que no excluye a nada ni nadie. Este amor nos guía a María pues su hijo la ama y quiere que todos la amemos también. Como nos dirá San Luis María de Montfort “María tiene que ser conocida y puesta de manifiesto por el Espíritu Santo, a fin de que por Ella Jesucristo sea conocido, amado y servido.” Esta auténtica devoción a María va más allá de superficialidades, de ritos, se centra en imitar sus virtudes, en la práctica de la palabra, en ser testimonios del Dios que ama y se da por completo. Muchos somos los que damos fe de los milagros que obtenemos de María, de su eficaz y poderosa intercesión, pero la perla más fina y gracia más particular que concede la Virgen a quienes la aman es la tierna devoción a San José. ¿Cómo no va a querer que se honre al custodio de su corazón y el de su hijo? ¿cómo no desear que sus hijos también tengan por protector a quien los protegió en la tierra? Y cuando recibimos esta perla de manos de María, las gracias no dejan de fluir. Nos dirá Santa Teresa de Jesús:

“Y tomé por abogado y señor al glorioso san José y me encomendé mucho a él. Vi claro que, tanto de esta necesidad como de otras mayores, de perder la fama y el alma, este padre y señor mío me libró mejor de lo que yo lo sabía pedir. No me acuerdo hasta hoy de haberle suplicado nada que no me lo haya concedido.”

San José nos concede muchos favores, pero quizá el que más agrada a Dios es la pureza y castidad que tanto vivió nuestro santo y tan escaza en nuestros días. Hasta aquí dejo que mi mente siga queriendo extenderse… ¿por qué no nos compartes tu que has experimentado de tu devoción a San José?







Share on Google Plus

About Autentica Devoción

This is a short description in the author block about the author. You edit it by entering text in the "Biographical Info" field in the user admin panel.

0 comentarios :

Publicar un comentario