DIA 2
Teresa de Jesús
es la respuesta al Dios que llama. Es la respuesta exacta al desprendimiento y
al conocimiento del Altísimo. Teresa de Jesús es la respuesta que el mundo
necesita ante tanta superficialidad, confusión y falta de compromiso. Para progresar en la vida espiritual se
requiere de determinación de decisión y
son dos características que observamos en la vida de Teresa de Jesús.
Para este
segundo día del triduo a Santa Teresa proponemos meditar en el poema “Vuestra
Soy, para vos nací” El tema predominante en todo el poema es la predeterminación
del alma al encuentro y a vivir con el Amado. El alma no encuentra paz hasta
descubrir la voluntad de ese Dios, Amado y amante. Pone en contexto la vileza
del alma comparada con tal majestad. Meditemos cada uno de los hermosos versos
de este poema y como Teresa de Jesús pidamos a Dios la sabiduría para discernir
y conocer su voluntad, la fortaleza necesaria para aceptarla y la perseverancia
para vivir en su voluntad.
VUESTRA
SOY, PARA VOS NACÍ
Vuestra
soy, para Vos nací,
¿qué
mandáis hacer de mí?
Soberana
Majestad,
eterna
sabiduría,
bondad
buena al alma mía;
Dios
alteza, un ser, bondad,
la gran
vileza mirad
que hoy
os canta amor así:
¿qué
mandáis hacer de mí?
Vuestra
soy, pues me criastes,
vuestra,
pues me redimistes,
vuestra,
pues que me sufristes,
vuestra
pues que me llamastes,
vuestra
porque me esperastes,
vuestra,
pues no me perdí:
¿qué
mandáis hacer de mí?
¿Qué
mandáis, pues, buen Señor,
que haga
tan vil criado?
¿Cuál
oficio le habéis dado
a este
esclavo pecador?
Veisme
aquí, mi dulce Amor,
amor
dulce, veisme aquí:
¿qué
mandáis hacer de mí?
Veis
aquí mi corazón,
yo le
pongo en vuestra palma,
mi
cuerpo, mi vida y alma,
mis
entrañas y afición;
dulce
Esposo y redención,
pues por
vuestra me ofrecí:
¿qué
mandáis hacer de mí?
Dadme
muerte, dadme vida:
dad
salud o enfermedad,
honra o
deshonra me dad,
dadme
guerra o paz crecida,
flaqueza
o fuerza cumplida,
que a
todo digo que sí:
¿qué
mandáis hacer de mí?
Dadme
riqueza o pobreza,
dad
consuelo o desconsuelo,
dadme
alegría o tristeza,
dadme
infierno o dadme cielo,
vida
dulce, sol sin velo,
pues del
todo me rendí:
¿qué
mandáis hacer de mí?
Si
queréis, dadme oración,
si no,
dadme sequedad,
si
abundancia y devoción,
y si no
esterilidad.
Soberana
Majestad,
sólo
hallo paz aquí:
¿qué
mandáis hacer de mi?
Dadme,
pues, sabiduría,
o por
amor, ignorancia;
dadme
años de abundancia,
o de
hambre y carestía;
dad
tiniebla o claro día,
revolvedme
aquí o allí:
¿qué
mandáis hacer de mí?
Si
queréis que esté holgando,
quiero
por amor holgar.
Si me
mandáis trabajar,
morir
quiero trabajando.
Decid,
¿dónde, cómo y cuándo?
Decid,
dulce Amor, decid:
¿qué
mandáis hacer de mí?
Dadme
Calvario o Tabor,
desierto
o tierra abundosa;
sea Job
en el dolor,
o Juan
que al pecho reposa;
sea viña
fructuosa
o
estéril, si cumple así:
¿qué
mandáis hacer de mí?
Sea José
puesto en cadenas,
o de
Egipto adelantado,
o David
sufriendo penas,
o ya David
encumbrado;
sea
Jonás anegado,
o
libertado de allí:
¿qué
mandáis hacer de mí?
Esté
callando o hablando,
haga
fruto o no le haga,
muéstreme
la ley mi llaga,
goce de
Evangelio blando;
esté
penando o gozando,
sólo vos
en mí vivid:
¿qué
mandáis hacer de mí?
Vuestra
soy, para vos nací,
¿qué
mandáis hacer de mí?
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