Alguien me comentaba estos días hasta donde llega la línea entre
ser un católico observante de los mandamientos y las normas y ser un fanático.
Para iniciar esta respuesta queremos expresar que el fanatismo religioso es un
mal que debe ser erradicado y condenado. El fanatismo lleva a los hombres a
asociar sentimientos no cristianos y excusarlos a través de la religión. Claro
que el fanatismo está en diferentes grados, desde publicaciones en las redes
sociales, criticas verbales o comentarios poco fraternos hasta llevar a cometer
asesinatos, atentados y otras abominaciones en nombre de una religión. En
cualquier grado es algo sumamente nocivo.
¿Cómo saber si el
fanatismo me ha dominado en algún momento?
Claramente el
fanático está enfocado en lo exterior, en el que dirán en lo externo. Presta
poca atención al trabajo interior, a la vida espiritual, a discernir la
voluntad de Dios. Santa Teresa de Jesús decía que "Dios no mira tanto la grandeza de las obras como el amor con
que se hacen." Es un error creer que el trabajo pastoral se
debe convertir en activismo, pues cuando el activismo ha sobrepasado los
límites, simplemente hemos perdido la espiritualidad de nuestra labor pastoral
y nos hemos dedicado a hacer. Es crucial mantenernos firmes a los principios
espirituales y el discernimiento interior para poder evadir estas distracciones
que encontramos en el camino. Muchos de los grupos pastorales, quizá por falta
de líderes con vida de oración, simplemente ya no ven la diferencia entre un
grupo social/activista y un apostolado, pues se han dejado absorber tanto por el
quehacer que han olvidado que “nadie da lo que no tiene” y que una vida
espiritualmente vacía no sirve de nada.
El otro riesgo que tenemos actualmente y que
desafortunadamente se está dando con frecuencia en los apostolados marianos es
creer que todo lo externo, adornar altares, vestir las imágenes de la virgen,
organizar procesiones, etc, a manera de competir con las demás organizaciones
marianas, es el principal fin de una asociación mariana. Estas actividades
cuando se llenan de superficialidad carecen totalmente de auténtica devoción y
es muy grave, pues no solo se lleva al error a los miembros involúcranos sino también
a los fieles que están expuestos a esta devoción carente de espiritualidad. Es más
que nunca necesario en Nicaragua tomar conciencia y revisar cuidadosamente como
vivimos la devoción a María. Uno de los más grandes santos marianos, San Luis
Maria Grignion, escribió “La verdadera
devoción a la Santísima Virgen es santa. Es decir, te lleva a evitar el pecado
e imitar las virtudes de la Santísima Virgen y, en particular, su humildad
profunda, su fe viva, su obediencia ciega, su oración continua, su
mortificación universal, su pureza divina, su caridad ardiente, su paciencia
heroica, su dulzura angelical y su sabiduría divina. Estas son las diez
principales virtudes de la Santísima Virgen.”
Y luego tenemos los grados de fanatismo que nos
llevan a criticar incluso al mismo Papa desde la comodidad de nuestra silla
frente a la computadora en nuestra casa, diciendo que hay que hacer esto, cambiar
aquello, que no se debería hacer así, que las cosas van mal, pero no hay ningún
aporte de parte de estas personas. Ghandi decía “conviértete en el cambio que deseas ver en el mundo.”
La Iglesia no necesita inquisidores ni críticos, esos son quizá relevantes en
otras instituciones. Lo que la iglesia necesita es evangelizadores que dejen su
comodidad para llevar la Buena Nueva de Jesús a los lugares donde más se necesita,
incluso en Nicaragua, hay áreas urbanas en donde no hay evangelización católica,
comunidades enteras han abandonado el catolicismo para abrazar iglesias de
otras denominaciones que si le brindan un acompañamiento.
Ciertamente este es un tema del que hay mucho que
hablar, sin embargo, lo que necesitamos es pedir como Salomón el don de la sabiduría
para saber actuar, saber hablar y saber tomar decisiones. No podemos
simplemente centrarnos en lo vano, en la vanidad, hay que despojarnos para
encontrarnos con Dios y los hermanos.
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